La mirada de un párroco, desde la esperanza y el optimismo. Ésta es la propuesta del autor de estas reflexiones que tendrán una periodicidad quincenal.

sábado, 26 de enero de 2013

Aquellos reclinatorios


Mi amigo Germán solo quiere dar largos paseos, pues piensa que así, perderá la cantidad exagerada de calorías, que estos pasados días de fiestas navideñas, ha ingerido en su cuerpo. Me cuenta que ha terminado de leer una novela sobre personajes “longevos”, esto es, una familia que han vivido desde hace más de 15.000 años, no han conocido la muerte, y se han ido adaptando según los periodos de la historia. Me cuenta que Iago del Castillo es un carismático longevo de 10.300 años al frente del Museo de Arqueología de Cantabria, se ve arrastrado, en contra de su voluntad, a dirigir una investigación genética: sus hermanos Nagorno, un conflictivo escita de casi 3.000 años, y Lyra, una huidiza celta de 2.500 años, cansados de enterrar durante siglos a sus familias efímeras, están obsesionados con identificar su rara mutación y tener hijos longevos. Cierto, me dice Germán un buen tema para olvidarnos de la crisis.

Cierto que éste no es tema central de nuestros diálogos, pero es que algunas veces hay que olvidarse de teologías y acciones pastorales. Y mira por donde que mi amigo Germán me dice: ¿Tú te acuerdas que cuando éramos pequeños, y ayudábamos a misa en el Santo Ángel Custodio, las señoras venian a misa con un “catret” y en la parroquia habían aquellos famosos reclinatorios?

No llego yo a comprender para qué sirven ahora. Si oíamos la misa sin arrodillarnos y volvemos de comulgar y nos sentamos, ¿cuándo, diantre, va a usarse el reclinatorio? No se utilizan hoy ni las tablas-reclinatorios de los bancos.

Los reclinatorios que quedan son una vieja estirpe de aristócratas venidos a menos.

sábado, 12 de enero de 2013

Pequeños (grandes) recuerdos (X)


Roma es mucha Roma, quizás es por eso que la gente dice que “todos los caminos llegan a Roma”. Esta tarde, que ha caído un gran chaparrón de agua sobre Valencia, le decía a mi amigo Germán, si sabía algo sobre las fuentes de Roma.

Los pocos  días que me quedaban en la Ciudad Eterna, los quise aprovechar al máximo, pues son muchas las maravillas que encierra, la Roma pagana y cristiana.

En una de las comidas en la residencia me ponía en antecedentes sobre la Fontana de Trevi, un colegial que estudiaba en Pontificia Universidad San Tommaso. Era algo que yo no sabía, pero que son muchos los romanos que ignoran. El origen de esta preciosa fuente.